COLUMNA/Desde Huatusco – Fallecimiento de un ilustre
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ROBERTO GARCÍA JUSTO
FALLECIMIENTO DE UN ILUSTRE
Huatusco Ver., 21 de noviembre de 1974. Todo el pueblo y localidades circunvecinas, se declararon de luto al acaecer la muerte del ilustre canónigo Señor Enrique Simón Trejo y Domínguez, víctima de una penosa enfermedad que venía padeciendo desde hace muchos años. Se requiere de varios libros para describir la vida de este Santo varón representante de Cristo en la tierra, que se destacó entre otras cosas, por su labor altruista ejercida durante toda su vida al servicio de la iglesia.
Es considerado como un verdadero apóstol de Dios, por las innumerables obras de caridad que practicó durante su participación pública y privada; se distinguió, principalmente porque él no veía ni le interesaba, posición social de los feligreses cuando se necesitaba prestar ayuda, económica o espiritual al que lo necesitaba. Sin tener horario para los menesterosos, cabe hacer hincapié de que jamás fue interesado en cultivar amistades con los más acaudalados, en su sermón los exhortaba para que compartieran algo de lo mucho que poseían. Por su iniciativa se fundó el dispensario médico y el bazar del pobre.
En el año de 1933 llegó a esta localidad cuando la persecución religiosa ponía en peligro la vida de los católicos. Recién egresado del Seminario Mayor de la Diócesis Veracruzana, siendo alumno distinguido del señor Obispo de Xalapa, Doctor Rafael Guízar y Valencia. Sufrió insultos, y amenazas, de los que logró sobresalir por su forma humilde de contestar ante las agresiones. Y con ello trató en todo momento de convencerlos de la importancia que tiene la iglesia para una población como la nuestra.
La obra más importante que heredó a Huatusco, fue la construcción del Templo de San Antonio de Padua, que, como se recordará, en el sismo del 25 de mayo de 1937, quedó destruido. Sin medir limitaciones económicas de esa época, se echó a cuesta la responsabilidad de poner a funcionar una estrategia de recaudación, para que después se convirtiera en orgullo para los huatusqueños. Siendo considerada la más moderna y espaciosa de todo el Estado Veracruzano, contando con planta baja y alta, tres naves y piso de mármol. Calculado su costo en cuarenta millones de pesos, conseguido a base de sacrificios. Gracias al apoyo masivo de familias que vendían tlatonile, hacían rifas y aportando huevos y gallinas, hasta artículos electrónicos.
Por esa razón, cuando se difundió la noticia del fallecimiento de este gran personaje, de inmediato empezaron a desfilar una multitud de católicos de diferentes partes de la región cafetalera, mostrando su pesar ante el cuerpo del representante de Cristo. Durante el velorio, las puertas del Templo permanecieron abiertas durante toda la noche. El espacio no era suficiente para dar cavidad a la concurrencia. Se hacían enormes colas para despedirse de tan noble personaje.
Era un reto pasar al interior para tocar el féretro y depositar un ramo de flores o reliquias sobre de él. Los ciudadanos pidieron que no lo enterraran sin antes llevarlo en una multitudinaria procesión por calles y avenidas de la Ciudad. Y así se hizo, se organizó una marcha que parecía no tener fin, rezos, incienso y cantos se unieron a esta demostración de respeto y cariño acumulado después de años de servicio religioso.
Jamás en la historia de esta comunidad se había realizado una concentración de esa magnitud. Calculándose la asistencia de cinco mil almas que sintieron profundamente la ausencia del pastor que supo ganarse la voluntad popular. (con la colaboración y testimonio de Ignacio Sandoval Hernández)