Desde Huatusco
3 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO.
MORIR EN CHAVAXTLA
El General Aureliano Blanquet presumía de ser un porfirista abnegado y leal a los principios que surgían del ideario político del dictador oaxaqueño. Considerado como un militar obstinado, persiguió a don Francisco I. Madero hasta que logró su aprehensión en la decena trágica que enluto al País. También formó parte del pelotón que fusiló al Emperador Maximiliano de Habsburgo en el cerro de las Campanas y dio el tiro de gracia, en el pecho, cuando se encontraba moribundo.
En el Estado de Veracruz el Ejercito Reorganizador Nacional agrupaba doce mil hombres que formaban columnas volantes al mando de Félix Díaz y como segundo comandante al general Blanquet. Dispuestos a seguir la guerra contra el gobierno del Presidente don Venustiano Carranza, activaron sus operaciones militares en la región de Huatusco, Ciudad que atacaron en varias ocasiones.
Al enterarse de que los anti constitucionalistas acampaban a 20 kilómetros de esta cabecera Municipal, en el punto denominado Chavaxtla, el general Guadalupe Sánchez decide atacarlos el 15 de abril de 1919. Esta congregación tiene dos salidas porque está rodeada de profundas barrancas por donde pretendieron huír pero por lo empinado de la ladera el general Aureliano cayó con su caballo a treinta metros de altura, muriendo al instante, ya que el peso de su cuerpo y la edad no le pudieron ayudar.
Sabino Calderón Mendoza, apodado el “Wilsón”, corneta del 40 regimiento de caballería le tocó perseguirlo. Como testigo de este sangriento episodio, narró a su nieto Rodolfo Calderón Vivar, lo que a continuación leemos: “El militar fue cercado hasta el borde de una cañada, donde al intentar bajar por un sendero estrecho, se despeño desde una altura considerable, estrellándose en el fondo pedregoso de la sierra, pereciendo él y su cabalgadura de manera casi instantánea.”
“El general Sánchez ordenó que bajara hasta la barranca donde yacía el traidor ya fallecido para que le cortara la cabeza y así poder comprobar que había muerto. Ya que no traían reatas para jalar el cuerpo otra vez a la cima. Sacó su charrasca, un cuchillo que utilizaban algunos soldados en aquella época y que también se conocían como saca tripas. Para ponerlo sobre el cuello de Blanquet. Empezó a cercenarle el cuello, pero este era tan gordo que le costó trabajo realizar el corte”.
«Con una piedra su compañero empezó a golpear la charrasca hasta que esta cercenó la cabeza del tronco del militar huertísta. La metieron en un tenate y volvieron a subir hasta la cima donde Guadalupe Sánchez los esperaba. El resto del cuerpo del general quedó allá abajo en la cañada. Mostraron la cabeza a todos los soldados del destacamento y hubo hasta gritos de alegría. Llevaron su trofeo al Puerto de Veracruz para exhibirlo en la plaza pública. Como premio les dieron tres días de asueto y les pagaron en monedas de oro ya que había una recompensa por la captura de este declarado enemigo de la revolución.”
En un periódico que se edita en el Puerto, publicaron aquella espeluznante pieza humana, que dicen se veía horrorosa toda ensangrentada. Era impresionante su aspecto, con la boca abierta como si estuviera lanzando un grito, los ojos claros sin brillo, el bigote caído, el pelo rubio y entrecano en desorden, el rostro surcado de arrugas y lleno de sangre ennegrecida. Al otro día fue colocada en una caja de madera de las usadas para transportar cartuchos y fue llevada por un soldado al cementerio particular donde debe reposar separada del cuerpo.